Cuando ya llevas una semana en el hospital tu cuerpo ya se acostumbra, ya no tienes un shock mañanero cuando intentas despertarte. Te lo tomas con más tranquilidad y empiezas a pillar el punto a las cosas.
La primera semana cuando hablas con un paciente lo haces muy forzado y sin saber muy bien ni lo que estas diciendo, te sientes incomodo. Pero en la segunda semana todo cambia, estas más cómodo y andas por tu planta como por casa, ya sabes donde están las cosas y hablar con los pacientes ya no es algo que evites, si no que hay veces que hasta tu buscas sacar el tema de conversación.
Cada semana cambiamos de habitaciones, es decir, cada semana nos ocupamos de una serie de camas distintas. Al acabar la semana las cambiamos, así nos permite atender a otro tipo de pacientes, con otras necesidades y problemas, lo que nos permite aumentar nuestro conocimiento. Hoy era día de rotación, por lo tanto tocaba conocer nuevos pacientes.
El hospital esta abarrotado, de hecho tenemos en dos de nuestras habitaciones 3 camas, cuando la habitación es de 2 personas, lo que supone un trabajo extra en ese par de habitaciones. Espero que sea algo transitorio y no algo permanente, ya que están algo apretujados los pacientes y los familiares en esas habitaciones,
Cada día me va gustando más este trabajo, que no es para nada como te esperas que sea en primero cuándo estas estudiando. Por mucho que te expliquen nunca te enseñarán tanto como puedes aprender en el hospital.
Espero subir esta semana una serie de monográficos acerca de las cosas que hago en mi día a día y de enfermedades habituales en mi planta, así que estad atentos...